Artículo de Miriam Andrés publicado en El Diario Palentino, sección de Opinión.
Siempre me he sentido afortunada de pertenecer a la 1ª generación que nació en libertad, pero, quizás, porque nací en el seno de una familia dónde varios de sus miembros fueron perseguidos simplemente por unas ideas, también he sido consciente de que esos derechos de los que he disfrutado y disfruto no siempre existieron, y lo que es peor, pueden desaparecer o mermar.
Siempre me he sentido afortunada de pertenecer a la 1ª generación que nació en libertad, pero, quizás, porque nací en el seno de una familia dónde varios de sus miembros fueron perseguidos simplemente por unas ideas, también he sido consciente de que esos derechos de los que he disfrutado y disfruto no siempre existieron, y lo que es peor, pueden desaparecer o mermar.
Derechos como una digna jornada laboral o una educación y una sanidad gratuitas, universales y de calidad siguen cuestionándose aunque no nos lo parezca.
Libertades como disfrutar tu vida con quién quieras en igualdad de condiciones que el resto, siguen debatiéndose en muchos lugares.
Decisiones que hacen de un país, un espacio de convivencia más justo, más igual y más avanzado se toman cada día por quienes nosotros decidimos en cada jornada electoral que se tomen.
Cuando la Democracia nos convoca como sujetos activos del derecho con más fuerza, el derecho del voto, somos corresponsables de todo lo que suceda de ahí en adelante. Cuando cada uno de nosotros depositamos nuestra voluntad en las urnas, estamos decidiendo qué forma de vida deseamos. Cuando no participas en esa toma de decisiones, otros lo están haciendo por ti.
La última llamada a las urnas fue el pasado 7 de junio y menos de la mitad de los que tenían derecho a decidir lo hicieron por todos.
Así como ejerzo la autocrítica con la clase política en cuanto no fuimos capaces de trasladar a la ciudadanía la importancia de estas elecciones, soy incapaz de justificar a quién se ampara en un desengaño, decepción o enfado para no acudir a las urnas.
Cada vez que merma la participación merma la democracia en cuanto que el voto significa la máxima expresión de ésta.
El derecho al voto debe representar algo más que un estado de ánimo, no sólo representa un homenaje a quienes dieron su vida por la libertad y la democracia en este país, también materializa la responsabilidad de todos y cada uno de nosotros en la construcción del modelo de vida que disfrutamos.
Artículo publicado en El Diario Palentino, sección de Opinión.
Artículo publicado en El Diario Palentino, sección de Opinión.
4 comentarios:
Corrigeme si me equivoco... yo siempre bromeo diciendo... "si no voto, luego no puedo protestar (pedir cuentas)".
Me resultó curioso esta vez que voté sobre las 3 de la tarde y la presidenta de mesa me dijo: "mira, un dni de los nuevos"... ¿muchas horas para ser el primero, no?
Tristemente así fue. Durante el recorrido por las mesas electorales esa era la opinión de los/as presidentes/as.
¿No estás de acuerdo conmigo en que es totalmente necesaria la asignatura de educación para la ciudadanía?.... Cuánto por aprender!
Bueno, pero con "Educación" solo ya me daba yo con un canto en los dientes, que la gente es muy maleducada... que parece que vamos por la calle para hacer el mal... muy poquita educación es lo que hay.
Y esa asignatura... ha nacido demonizada... yo creo que es más fácil cambiarla el nombre que cambiar su imagen.
Eso, una Educación para la Ciudadanía, versión progre del Espíriti Nacional, para tener que votar por obligación como en los referendos de Franco... ¡ahora va a ser delito abstenerse por las pésimas actuaciones de nuestros políticos! Hay que ver la tendencia totalitaria que algunos muestras aunque sea sutilmente con sus deseos de implantar materias de corte doctrinario que digan que hay que votar, ya sólo ha faltado decirles la casilla, ¿verdad?
Y, sí, ¡cuánto por aprender! empezando por las ágrafas de Bibi Aído (ser vivo no humano me parece) y Leire Pajín (interplanetaeria) y acabando por eruditos como Montilla, artífices de la conculación de derechos civiles en ciertas autonomías. ¡Qué poca vergüenza!
Publicar un comentario